5 comentarios:

@lex dijo...

Muy buena revista, ayer consegui el numero 3 cuando pase por la casa de la cultura, en verdad me agrado demasiado

2 de junio de 2009, 14:31  

Anónimo dijo...

HOLA, QUIERO SER ESCRITOR, AUNQUE NO SOY MUY BUENO ME GUSTARIA QUE ME DIERAN OPORTUNIDAD. ESTE ES UNA HISTORIA MIA.

CLAUDIA



La conocí en una tarde de verano. El sol calentaba al orbe y mientras caminaba por la calle en busca de una dirección extraña, en un lugar extraño y ciudad desconocida, encontré al antónimo de fealdad, maldad y amargura: su nombre era Claudia Berenice.
Para mí, el nombre de Berenice me trae a la memoria la fragancia más dulce, la puesta del sol y cosas que me hacen contraer una paz infinita; para ella, Berenice es sinónimo de aburrimiento, por lo que dejaremos solo en Claudia.
Ella había perdido unas llaves, yo no encontraba una dirección. Al dar la vuelta, debajo de la sombra de un árbol, algo se asomaba: las llaves de ahora mi bien amada. Al momento de tomarlas, una voz angelical me sorprendió:
—¡Esas son mis llaves!
Yo volteé y quede pasmado. ¡Madre mía! Las facciones de la chica eran perfectas, sin ningún defecto; cuerpo de Venus: Deidad única.
—Toma —le dije.
Cuando nuestras manos se rozaron, por insignificante que fue, sentí una conexión. No fue una conexión cualquiera, sino una que me es difícil explicar: sentía que la conocía de toda la vida, que ninguna barrera nos separaba, que éramos hechos el uno para el otro.
Claudia me ofreció una disculpa, después de que mis ojos se alejaran de los suyos. Le comente que no había ningún problema; fue en ese momento en que saque a la luz que andaba buscando una dirección, que era un extraño y no conocía para nada ese lugar. Ella accedió a acompañarme, pues decía que conocía muy bien ese lugar. Ambos comenzamos a caminar, yo un poquito detrás de ella.
Fue la conversación más placentera de toda mi vida. Ella era maestra de filosofía, yo solamente un contador. Claudia comenzó a hablar del ser y las tribulaciones de éste. Antes de llegar a mi destino, Claudia abordo el problema que vive el planeta; ambos nos desbordamos en la profundidad del tema.
Cuando llegamos, Claudia me miro con tristeza:
—Aquí es.
—Gracias —le dije.
Ella me entrego una hoja a la mitad. Gran sorpresa me lleve: era su dirección.
Ahora, al pie de su tumba, sufro por su perdida. Comenzamos a salir, frecuentar diferentes lugares, al cine y de vez en cuando leíamos una novela juntos. Teníamos planes de viajar al mundo: ambos éramos jóvenes, pero una enfermedad me la robo de las manos, del corazón, pero nunca de mis recuerdos.
Luchamos, sus familiares y yo, por salvarla, pero lo único que logramos hacer es que tuviera una partida feliz. Su deseo era escribir, el mío que se cumpliera el de ella. Moví cielo, luna y sol por conseguir alguna editorial que aceptara el manuscrito. Sólo una acepto con brazos abiertos los pensamientos de una diosa.
Ella descansa bajo tierra, y su espíritu vuela en el cielo, guiándome y acompañándome. Quiero maldecir, pero me abstengo porque en su agonizmo ella me dijo:
Vuela alto sin parar
Claudia fue, es y será para siempre la mujer de mi vida.

JUAN PABLO MEDINA CORNEJO

20 de agosto de 2009, 18:13  

Unknown dijo...

Hola, el diseño editorial de su revista es medio balín, pero los contenidos son muy buenos (al menos los que he leído, los de Laurence). En lugar de pdf's (o además de ellos), deberían poner sus artículos en html, así se difundiría más su (buen) trabajo.

felicidades por lo que hacen (menos por el diseño editorial).

13 de septiembre de 2009, 9:36  

Anónimo dijo...

MI nombre es Gonzalo Hernández Sanjorge. La verdad que no sabía que mi artículo había aparecido publicado allí. Si fuera posible me gustaría poder tener un ejemplar en papel de la revista.
Muchas gracias por interesarse en mi texto.
gonhersan@adinet.com.uy

27 de noviembre de 2009, 4:04  

Anónimo dijo...

HOLA, CUANDO VANA ACTUALIZAR CONTENIDO?
www.vanguardiaguanajuato.com

5 de febrero de 2010, 8:08  

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